Hay circunstancias en la vida que carecen de todo sentido,
el rumbo que suelen tomar nuestras vidas
se asemejan cada día a la nada,
a la enfermedad sin más remedio que la locura,
y si salimos ilesos ante los ires y venires,
con la mejor de las suertes,
seremos al menos retribuidos con la fortaleza
del desprecio y el olvido.
No logro entender a veces ese click que hace mi cerebro
y desata una serie de malas decisiones que,
dejándome en ridículo ante mis convicciones morales,
me marca de por vida y me desvía el camino
sin oportunidad de reversas
ni encarrilamientos.
Fiel a mi retórica
he de seguir el impulso de las olas de mi vida,
viajando a la deriva
con rumbos fijos
pero sin estadías tardías.