Forjo que soy un ave: fiel de los caminos,
y seguir tus pasos, hombre moribundo,
que ríes al ver la sustancia de la botella,
que lloras y cantas al recordar tu pasado.
Dime, hombre, ¿qué sentido tiene tu vida?
¿Una cueva oscura, sola e insignificante,
desdichada, alejada, abandonada, funesta,
sin éxtasis en tu alma e inercia permanente?
Miro con minuciosidad tu estado fértil
y pareciese ver un perro recién castigado
que tiempo atrás alguna cosa hizo en vano
y que ahora en espalda le pesa el suceso.
Cien tragos ahora podrán satisfacerte
pero cien tragos no te quemará el pasado;
¿Si sabes que años te quedan en la vida,
por qué no hacer pases y estar sosegado?
¡Hombre moribundo, hombre moribundo!
Que ríes al ver la sustancia de la botella,
que lloras y cantas al recordar tu pasado,
retorna y convierte cada espina en estrella.