No me deja en las penas perecer
ni permítele acercarse al tirano
El me tiende amoroso dulce mano
devolviéndole la paz a mi ser
Cada día camino por doquier,
sintiendo que de mí, él está cercano,
sabiendo que para él nada es arcano,
procuro su buen nombre no ofender.
Sea día o sea noche no importa,
quien conoce su acento ha de saber,
que no es ciego, y su mano no se acorta.
Porque en sus brazos he de anochecer,
allí acunado pues su estrea conforta,
renovandome en cada amanecer.