Nacen del fuego y siempre viven,
Nacen del tedio, y nunca acaban,
Palabras…
Del amor, del tiempo,
De las distancias.
Ellos dicen, y no dicen del encuentro,
Al principio, por moral.
Después, van entregándose
Al dulce despertar del fuego.
Se animan al amor,
Desde la lentitud de una carroza,
Como rayo que ilumina una manzana.
Él le dijo: soy un hombre,
Y Ella , agradecida por la confesión,
Abrió sus piernas para recibir el día.
Prometieron encontrarse.
Prometieron labrar la tierra,
Poner semillas,
Y tejer mañanitas de algodón
Para proteger del frío a la semilla.
El encuentro nunca acaba
Es perenne, como el sol del mediodía,
Como cada mañana,
Como cada difícil amanecer,
Porque…Ella y él se amaban.
Julio casati