Un día...
me animé a decir,
lo que nunca dije,lo que estaba oculto,lo que hacía daño.
Me animé a aprender
que perdonar es solamente la otra cara de ser perdonado.
Y me animé a sonreir...
a pesar de todo,cuando estuve alegre o apesadumbrado.
También...
me animé yo a dar...
a extender la mano,a dar de mi tiempo y a ser solidario.
Incluso...
me animé a bailar...
quebrantando miedos,con mis torpes huesos y cansados años.
Ese día comencé a ser feliz,
porque empuñé la espada,
decidiendo ser
de mi propia vida un revolucionario...