Ángeles de mediodía
Los rayos de la luz parecen ángeles,
erráticos, traviesos, imperfectos,
enseñan a cantar con voces de oro
con arpas del color de la alegría,
saludan al anciano, lo besan hueso a hueso
y al niño lo sorprenden asomado en el follaje.
Anidan en la calva del ministro cabizbajo,
revuelven los cabellos del cordel lleno de ropa,
los perros los persiguen, las joyas los duplican
y en una gota de agua se enderezan la corbata.
Es raro que los veamos, los viajeros
se mueven tras la octava maravilla
o escapan de la ley o venden flores
para novias felices o recientes fusilados,
es raro que soñemos con sus alas,
sumisos y aplastados, descreídos
de un cielo que se muestra indiferente,
de un hombre que se ciega a su milagro.
Y sin embargo vienen, nos entibian
y calman de la vida la tragedia,
son ángeles del aire que respiras,
del pan que te alimenta, de la torre
en que sueles guardar tus esperanzas.
Son ángeles, por fin, que a plena tarde,
cuando se esconde el sol y en ti la fuerza
nos vienen a decir cuánto valemos,
nos vienen a llamar a ser para otros
los ángeles que son en cada día ellos,
los rayos de ese sol que nos conforta en plena espera.
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15 03 06