Etapa 3: Luz ilusiva
VII
Resplandor origen
Luz ilusiva que golpeó violentamente la esencia de mi ser;
las singularidades de tus afectos que alimentaron ilusiones,
penetrando lentamente con voracidad en mi corazón y en mi piel,
quemando la oscura esencia de la fría soledad que ha yacido en mí.
Luz que golpeó con toda inclemencia el núcleo puro de mi alma;
ilusivas señales de pasión que alimentaron volcanes feroces,
creando la absorbente, opresora y vil oscuridad en mis entrañas,
consumiendo la paz con el vacío perenne que se nutre de ti.
Se enciende la oscuridad de las ilusiones
Agonizando en las densas tinieblas que ahora transita su espíritu
cual ser ofuscado en la oscuridad que evita encontrarse con su sombra.
Ser sin nombre y sin rostro en tus memorias que te desea con ímpetu,
aislado en reminiscencias porque en tu ausencia la soledad te nombra.
Me ofusco en la oscuridad para no verte ni un segundo en mi sombra,
para agonizar en el encierro de mis adentros con ímpetu.
Prófugo en mis cuarteles; porque en tu ausencia mi soledad te nombra;
porque la llama de tu recuerdo quema la esencia de mi espíritu.
Muerte lenta, oscura agonía que transita mi espíritu
y golpea mi expirante alma con todo su vil ímpetu.
Ofuscado en la oscuridad para evitar el verte en mi sombra;
ofuscado en encierro porque en tu ausencia mi soledad te nombra.
Muero lentamente y me ofusco en la oscuridad
para no verte ni un segundo en mi sombra.
Soy yo el prófugo de mis propios cuarteles
porque en tu ausencia mi soledad te nombra.
“Cierra tus ojos. Mírame”
Y ahí, en penumbras, te encuentras cautivándome,
cuando cierro los ojos para mirarte.
Me veo fijamente a través de tus ojos,
en tu mirada de dulzura embriagante;
dos lumbreras que invaden mis pensamientos
y su brillo exhibe tus labios anhelantes.
Curvas deseadas de dulce miel que tientan contra el dominio de mi ser
mientras la oscuridad derrama sus lágrimas en un manantial de pesares;
llorando por los atisbos que hace hacia la tenue fragilidad de mi alma
que imagina tenerte entre mis brazos mientras nos rodean sus cantares.
Un beso efímero, como eternidad
Y de tus ojos el brillo de una estrella que huyo del vasto cielo
se posa en la densa oscuridad que ahora llena todos mis adentros,
y pide darle a tus labios la caricia que una vez robe al viento.
Beso. Beso al viento, pues tu ausencia es la efigie perfecta en nuestro encuentro.
Habita en tus ojos el brillo de una estrella que huyo del vasto cielo,
y se posa en la densa oscuridad que llena todos mis adentros,
que pide darle a tus labios la caricia que una vez robe al viento
...Y al viento beso, pues tu ausencia es la efigie perfecta en nuestro encuentro.
Veo en tus ojos el brillo de una estrella que huyo del vasto cielo
para posarse en la densa oscuridad que llena todos mis adentros.
Y a aquellos labios le daré la caricia que una vez le robe al viento
...Y al viento beso, pues tu ausencia es la efigie perfecta en nuestro encuentro.
Y de tus ojos el brillo de una estrella que huyo del vasto cielo
pide para tus labios la caricia que una vez robe del viento,
posada en la densa oscuridad que ahora llena todos mis adentros.
Ahora te beso. La beso; la soledad. Beso de nuevo al viento,
pues tu ausencia es la efigie perfecta que hace posible nuestro encuentro.
Adormezco mi alma al abrir los ojos
Porque intentando exiliarte fuera de mi mente,
solo logré exiliarme a mí mismo de tus recuerdos.
Ando errante por la vida cegado e inconsciente
y por reminiscencias olvidadas me pierdo.
Soy desertor, prófugo de las señales de mi salvación en mi rencura,
de las promesas de librarme del oscuro aislamiento que apaga mi alma.
Animal nocturno cuyo instinto huye hacia la luz que ciega su cordura
y se arropa el corazón con las brumas y tinieblas que lo desalman.