Esta mañana, al despertar,
no estabas en tu cama.
Me sobresalté. Tonto de mí.
Por qué preocuparme.
Quise encender un cigarrillo.
No sabría responderme...
No fue exactamente
una necesidad de fumar.
Pero así sucedió.
Hasta abrí el cajón
de la mesa de luz.
Nada encontré, porque hace años
que no fumo
y ni siquiera tengo un cigarrillo en la casa.
Han pasado ya un par de minutos,
mi esposa no aparece.
Voy al baño, golpeo la puerta,
y no me responde.
Salgo al jardín, y allí sentada
en un sillón, estabas tú.
Mi corazón latió, como si fuese
la primera vez, al conocerte.
Mi vida, está muy fresca la mañana
para que estés tan desabrigada.
¿Quieres que te traiga un abrigo?
Entonces, mi bella dama,
la invito ir a la cocina
y tomamos un café,
¿te agrada la idea?
esta mañana lo he de hacer yo.
Desarrugue esa boquita,
no sea tan loquita,
y vayamos a la cocinita...
no seas así, no iba a decir nada inconveniente.
¿Sigues intrigada?
Mi amor, ya te he dicho
que a veces exageras con tus suposiciones...
ves fantasmas que no existen...
toma el café que se te va a enfriar...
Ya hemos conversado bastante anoche
sobre tus supuestos erróneos pensamientos.
Nada hay entre mi secretaria y yo.
El motivo de tu gran duda,
radica en que me pediste
que mi nueva secretaria sea fiera,
horrible, monstruosa,
pero el destino quiso
que la eligiera a ella
por su simpatía e inteligencia.
Nada más que eso.
No puedes estar viviendo
y pensando en algo que no existe.
¿Sabes? a mí me agrada que me celes
un poco, pero que realmente
sea un poco, y tú te vas
al otro extremo.
No te equivoques.
Nadie podría llegar a decirte
el más mínimo comentario referente
a la conducta impecable
de esta chica, ¿o sí?
¿entonces por qué piensas
en algo que no es real?
Son equívocas ideas tuyas.
No es la primera vez que esto pasa.
¿Crees que podría dejar de amarte?
Sabes que en lo que se refiere
a mi vida sentimental,
tú eres la dueña de mi corazón.
Desde que te conocí, siempre
lo fuiste, y nunca dejará
de ser así.
No me agrada jugar con tus sentimientos.
Tus sentimientos y los míos son recíprocos.
¿es que acaso diariamente no te doy
pruebas de mi amor hacia ti?
Entonces, no sufras por algo irreal,
mi amor...
¿Hacemos la paz?
Entonces, hagamos...
invítame acompañarte a tu cama.
Yo te invité anoche a la mía.
Detente. Déjame llevarte alzada,
como la noche en que nos casamos...
¿dejar de amarte yo?
si cada día te amo más...
Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto - 16/06/2013)