Dad, Señor,
el agua que me ahoga,
al ser que te ruega
por no tener
ni una gota.
Dad mi abrigo,
si vés que me sobra,
al que suma inviernos
sin campera
y sin botas.
Dad mi alma
a mis pequeñas mascotas.
Ellas la cuidarán
hasta que Tú decídas
hacer otra cosa.