El padre ha muerto
Y ahora ¿quién
cuidará de sus flores?
¿Quién podrá la savia
de sus manos dar?
¿Quién nos inaugurará
la noche con
la lumbre de su frente?
¿Quién nos dirá que
nada somos
sin el dolor de vivir?
Su espíritu será para todos
el dorado recuerdo de harina
que ante nuestros ojos
espantará la soledad.
Te has ido
gaviota siempre viajera
sin descubrir que la libertad
tiene sabor a viento.