No fui, sé que no fui un hijo modelo
y no fue un secreto que era tu anhelo
que en verdad un hijo así yo fuera…
Aunque al final tu enseñanza me quedó,
sabes que hacía todo como quería yo
y no precisamente, a tu manera.
Querías que fuera tu continuación,
que tuviera como tú, el mismo don
y pudiera razonar como un adulto…
Sin tener en mi expresión un defecto,
pero jamás conseguí ser tan perfecto
ni mucho menos podía ser tan culto.
No hubo pregunta que no respondieras,
no hubo respuesta que no me dieras
y me dejabas de tanto admirarte, perplejo.
Fueron tantas cosas las que por ti descubrí,
pero yo sólo lograba parecerme a ti
las veces que me miraba al espejo.
Eras - a no dudarlo - mi héroe favorito,
de esos héroes que admiras desde chiquito
y esa admiración sabes que no se olvida.
Eras mi enseñanza segura a cada segundo,
el héroe que le ponía el color a mi mundo
y el mayor interés a lo que era mi vida.
Pero ¿sabes? pienso que mi rebeldía
nunca te dejó saber lo que yo sentía
y cuánto podía papá, admirarte…
No nos quiso favorecer la suerte,
para que me dejaras al menos quererte
o como mínimo, aunque sea abrazarte.
Equvocaste muchos conceptos conmigo
y hoy, pasados los años, todavía lo digo,
yo era rebelde, sí… ¡y claro que te amaba!
Pero joven impetuoso como era al fin,
tal vez no sabía mostrarte el sinfín
de sentimientos que para ti guardaba.
Eras mi héroe, mi mejor ejemplo a seguir,
aunque por mi juventud no lograra conseguir
el mejor modo posible para imitarte.
Tenía que tener madurez, habría sido un honor,
pero también me tocaría ser todo un señor
y yo para entonces, aún no dominaba ese arte.
Me duele pensar que te fuiste sin saber
que yo, tu hijo, te llegué a querer
como seguramente nadie más lo hizo.
Algún día, si volvemos a estar los dos,
tengo en mis planes preguntarle a Dios,
pues creo que esto pasó porque Él quiso.
A estas alturas sé que hay algo que sabes
y es que en toda tu dimensión cabes
en cualquier rincón de mi alma que te extraña,
que si la intuición nos dice algo de repente,
recuerda que mi intuición de hijo no miente
y tu intuición de padre, no te engaña.
No fui el hijo que hubieses querido,
ni siquiera me sentí tu preferido…
pero eras mi héroe, ¡mi héroe de verdad!
No llevabas capa, máscara ni espada,
pero dejaste mi vida muy marcada
por tu estilo, por tu autenticidad.
Hoy ya ves, yo por acá y tú por allá,
la vida más adelante seguro nos reunirá
pero hoy, sé bien que nos queremos,
me despido padre, con esta letra, esta voz,
pero no esperes que te diga adiós…
Hasta luego papá, algún día nos veremos.
Y sabrás, aunque saberlo tan tarde sea triste
que toda la enseñanza que en vida me diste,
con lo mejor de tu esencia en mí se quedó,
que fuiste la guía, la luz de mis días…
que si yo no fui el hijo que tú querías,
tú si fuiste el padre que quería yo.