Fue Usted, bello señor,
quien inspiro mis palabras
e ilumino un corazón
que sólo latio a su ritmo,
rendido en adoración.
Fue Usted el que motivo
en un camino triunfante,
el que tubo a mi alma viva
y temblando de pasión.
Fue Usted mi adorado,
mi refugio, mi respuesta,
mi posesión más valioso,
porque el estar a su lado
hacia cada día una fiesta.
Fue Usted, sin duda alguna,
mi más glorioso destino,
culminación de mi anhelo,
porque como Usted, ninguno.
Usted fue mi propio cielo.