para: Pamela Itzel Cisneros Guerrero la dueña de mi poesía, mis lunas y de mi vida
Hoy, el calor de la luz, me incorporo de mi letargo,
corrían y corrían, sin consuelo aparente,
fugases cometas que rompían con la quietud de la noche.
Fugases cometas que desgarraban –a paso abrumador-
el sendero que lleva de tus ojos a tu boca,
eran lágrimas incandescentes, lágrimas… de la mujer que amo.
-Al verte, caí hecho añicos, caí como telón que se cierra-
Me acerque a ti, quise desvanecerlas de tu cara,
y me di cuenta, que caían como terciopelo, suaves y armoniosas,
de un rojo intenso, de un rojo que perforo mi ser y apuñalo mi alma.
Fue entonces, que note las quemaduras en mi palma
tus lágrimas de fuego me habían herido,
no solo el cuerpo, sino que también el alma.
Afligido por tal escena, compuse poemas, hecho al cual tú sonreíste,
aún quedaban rastros de aquellos cometas
que corrieron y opacaron tu belleza, pero…
sin importar que, tengo todo una vida para borrarlos,
tengo todo una vida para seguirte amando.