Tu boca crece como pirámide,
he usurpado tu boca esta tarde,
allí resplandeció mi anhelo. En tus labios
un río me condujo a sus márgenes.
¡Ah qué edén ardido ocupa tu rostro!
Todas las luciérnagas lo habitan.
Albergas hasta el eco de la noche
y el frío sol del beso se quema allí.
Bésame. Hasta ti llegué por el beso,
conquistando la helada del silencio.
El desierto de mi vida necesitaba
tu rojo oasis de ternura y desnudo jardín.
¡Tu boca nació en la sonrisa del mundo!
Antes de ti tu boca pobló montañas,
en la arena y la piedra tu origen vive,
cada bosque suspira tu aliento.
Dame océano de palabras y navegaré
la sed de la alegría, atardeciendo en tu rostro
la última sombra de mis ansias.
Llegué a ti como lluvia en los parrales…
Otras regiones me conocieron, pero el ancla
de tu cara horadó mi alma, se abrió
un cielo en mi noche. Alejé la soledad
con tus germinaciones. Vivió mi aurora.