Creyéndose regente de las noches iguales
bebiendo el elixir sin distinción de griales,
un paso por el huerto declara suficiente.
Reluce el verdemar sin esparcir su abono
y pierde la vendimia por su triste abandono;
agua en río silente, piedra en el fondo algente.
Las esperas se hicieron solsticio de verano
y en sus penumbras, astro sin destello ni llama,
en diminutas horas que el empeño reclama
el abrigo y color del estelar gitano.
En los días de invierno permaneció lejano
- se ampara el saltamontes en diferente grama
y en las horas de luz su salto en nueva rama -,
quemándose la brizna en solsticio de verano.