Andra

Felipe...

(Primera parte)

Corría entonces el año 1987, la inocencia se paseaba por nuestras venas y miles de inquietudes nos bañaban la mente.

A mediado de año eran las ansiadas vacaciones de invierno una semana para descansar del correr entre las calles frías  y el logro de muchos, llegar a la hora indicada a clases. A mi; no me costaba levantarme, siempre llegaba temprano al colegio. Dejaba el morral con mis cuadernos en mi pupitre y en los corredores caminaba despacio esperando los minutos hasta el primer toque de la campana.

Cuando estábamos dentro del aula el bullicio era incesable. Al final, acostumbrábamos a sentarnos los seis del grupo, pertenecientes al curso.

Antes de nosotras, el pupitre de Andrea y Mauricio, después veníamos Angélica y yo. Atrás, Luís   y Felipe Canales.

Nosotras éramos un poco más retraídas, pero en momentos de inquietudes nos uníamos al festín de las travesuras y risas. Aún recuerdo que Felipe acostumbraba a quitarnos la silla antes de que pudiéramos sentarnos, luego nos quedaba mirando con su cara llena de risa.

Tendríamos en ese entonces entre doce a trece años; pero Felipe era el mayor de nosotros, había repetido varios años del séptimo grado.  Siempre fuimos muy unidos,  unos más que otros; al menos los que vivíamos en la Ciudad estábamos en contacto hasta los fines de semana.

Fue entonces las tan ansiadas vacaciones de invierno. Desperté temprano ese día, lo recuerdo como si fuera ayer, afuera el veranito de San Juan vestía la Ciudad. Mi casa era grande y espaciosa, mi cuarto tenía una ventana redonda donde podía apreciar la calle y el cielo en su plenitud por las noches, varios dormitorios en el ala superior, al lado mío la de mis padres, luego un pasillo enorme con una ventana llena de luz. y  junto a las escaleras el dormitorio de mi hermano mayor.  

Mi madre en la cocina preparaba el desayuno, estábamos solo ella y yo en casa para esa ocasión, ya en pie, me dispuse a desayunar junto a ella, pero tenía en el pecho una sensación de congoja que recorría mi cuerpo.

Camine directo a las escaleras, de espaldas a la puerta de mi pieza algo me hizo quedarme allí parada; como si mi calzado se hubiera clavado a la madera del piso junto antes de llegar al borde de la escalera, un escalofrío recorrió mi cuerpo por completo, no sentía miedo ya muchas veces me cubrió esa misma sensación. Mire hacía atrás, ahí estaba él. Lo quedé mirando detenidamente y le pregunte que hacía ahí, pensé que junto a mi madre se habían confabulado para jugarme alguna broma pero era muy extraño que estuviera dentro de la casa por que siempre mis compañeros varones llegaron hasta la puerta de mi hogar.

Algo me hizo pensar que se trataba de esos sueños repetitivos y molestos que muchas veces me amonestaron.

Él jamás respondió mi pregunta.

No se como baje diecinueve peldaños de esa escalera, llegue de carrera hasta la puerta de la cocina donde mi madre estaba, la quedé mirando con mi rostro pálido más de lo de costumbre, algo desconcertada, luego le pregunté… - ¿qué hace Felipe dentro de la casa? Ella me quedó mirando algo asustada, sabía de las travesuras a las que él acostumbraba, pero jamás le había dejado entrar. Nos dispusimos entonces a buscarlo juntas; pieza por pieza, rincón por rincón. Jamás lo encontramos.

Todo se volvió silencio en mis pensamientos y luego mi madre me convenció de que era simplemente algo que había soñado.

Así pasaron las horas, acostumbraba a tomar mi guitarra y distraerme cantando. De pronto el timbre ¡sonó! Mi madre salió a abrir la puerta y desde el comedor pude escuchar a Andrea  lloriquear y pedir con voz lastimera hablar conmigo.   

Nos sentamos en el living, la observe por largo rato casi detenidamente; espere el momento en que me dijera el por que de sus lágrimas, hasta que por fin pudo decir a las 9:20 encontraron a Felipe a muerto…