Ayer fui a ver a Zully, luego de unos añitos, mas las amistades de la infancia y del verano, que era el de las vacaciones, siempre permanecerán en mi memoria intactas. Zully sigue siendo tan dulce como entonces, era la que me llevaba atrás en su bicicleta. Claro, era la más chica y no podía andar a la par, entonces ella con su simpatía, nunca me dejó fuera del grupo y yo me sentía una reina, a gran velocidad, andábamos entre montes y cañadas...¡Qué tiempos aquellos!. El paisaje ha cambiado bastante, donde estaba el monte, existe un complejo edilicio.Mas el reencuentro valió la pena de no solo recordar tan lindos momentos, del pasado, sino de hablar como dos viejas amigas que seguimos siendo. Ya que las que quedan en nuestro corazón de aquella, la más tierna infancia, son para siempre...
Estábamos en la playa y mi madre con otra charlaban en la orilla, sin parar, nosotras las pequeñas chapoteábamos.
Y Zully con mi hermana y otra estaban bañándose también, estaban cerca, nunca se detuvo la conversación, de las madres, hasta que ven que Zully trae a un hombre, para socorrerlas, era la más alta de las tres.
Se habían salido del banco de arena y cayeron en lo profundo, Zully y mi hermana sabían nadar pero la otra no, así como vieron que no podían salir (en ese momento no existían guardavidas), las madres estaban tranquilas charlando de sus cosas...
Así que Zully al ver que la otra hundía a mi hermana, porque no sabía nadar, llegó a la orilla desesperada, trajo un hombre, que las sacó del agua. Sino seguramente ni mi hermana ni su amiga estarían hoy.