Después de tomar sus alimentos, ella se quedó sentada a la mesa saboreando los últimos sorbos de su capuccino con un toque de canela, la mirada fija sobre los cristales humeados de la mesa y la mente cavilando en el sueño que en la madrugada había sorprendido su descanso... Despertó exhaltada y con una sonrisa en los labios; ni siquiera le recordaba, hacía tanto que nada sabía de él, aquel amigo de su adolescencia, aquel que la quiso, aquel que intentó robarle un beso y estrecharla entre sus brazos.
En el sueño lo había encontrado en una calle mientras caminaba, lo miró y él le sonrió extendiéndole sus brazos, ella dejó aflorar una sonrisa de alegría en su boca y le abrazó fuerte y cariñosamente diciéndole: \"Cuanto te he extrañado\".
En su interior sintió una grata calma, una sensación fascinante de júbilo por volver a abrazarlo... La alarma de un auto en la calle la despierta, pero ella ya se había empapado de la presencia de su amigo de la adolescencia.