Querían no sentirse solos.
Que alguien les dijese
lo buenas personas que eran.
Querían demostrar
que tenían gusto y criterio,
que eran luchadores
y sabían de qué iba la vida.
Querían no sentirse solos.
Que alguien les dijese
los buenos días y feliz cumpleaños.
Querían demostrar
que eran gente civilizada
a la que se le apretaban
las tuercas.
Que amaban a sus hijos
y sabían ser solidarios.
Querían que alguien
se diese cuenta
de su exclusividad
en una metrópoli de seres iguales.
Era bien poco lo que pedían.