No suplico condolencias cuando lloro
ni complicidades cuando río,
sin embargo, no desprecio las unas ni las otras
ni aunque me den otras por unas
o me las den mientras respiro tranquilo.
La lluvia suele limpiarme
y no enfermarme como mamá me dijo.
No le tengo miedo a las nocturninas calles
y disfruto de la calma
que a esas horas suple al bullicio.
Desprecio los asientos del metro,
que la gente tanto codicia,
y suelo mentarle la madre
más a los inventos inertes
que a los seres vivos
-auque debiera mentarles el inventor
para que tuviera sentido-.
Me gusta el calor de una mujer
para combatir el frío,
pero el de una llena de amor
y no sólo el de un cuerpo vacío.
Me ducho con agua fría
y me alimento de muertos
que no han sufrido,
todo por ser un autómata
un poco diferente,
aunque no tanto
si hacemos un análisis exhaustivo.
JCEM