Andra

Felipe...

Segunda parte

 

Pero ¿como? me repetía aquella vez, es posible que todo sea una cruel pesadilla de la cual aún no despierto.

 

Me puse de pies miré a Andrea que aún no dejaba de llorar abrí la puerta y en reacción de inercia me dirigí a la calle, mi mente estaba en blanco veía como se abalanzaban ante mi los espacios y luego se volvían largos e interminables. Andrea caminaba a mi lado apresuradamente pero aún así no podía ir al mismo ritmo mío. Más allá estaba Mauricio, supimos por su cara que ya lo sabía todo, seguimos nuestro camino hasta llegar a casa de Felipe, todos en un mismo silencio. Allá terminamos de reuniéndonos todos, fueron muchas las veces que llamamos a la puerta; hasta que una vecina se acerco a nosotros murmurando lo que había sucedido y que sus padres (los de Felipe) andaba haciendo los preparativos para su sepelio.

Supimos por ella que el cuerpo de nuestro malogrado compañero ya estaba en la morgue y con una mirada llena de complicidad dirigimos nuestros pasos hasta el Hospital. Una vez estando allí hicimos lo posible para poder verlo, pero debido a nuestra corta edad simplemente no nos dejaron entrar,  nos quedamos mirando unos a otros con una complicidad única, no hubo necesidad de emitir palabras alguna, dimos la vuelta hasta la parte posterior llegando justo al ala de la Morgue, ninguno de nosotros era tan alto para poder mirar por las ventanillas que allí habían.

Empezamos entonces a ponernos de acuerdo quién le vería primero y mientras se arrepentían algunos, le pedí a Mauricio que colocara sus manos enlazadas para poder alzarme, así fue, pude apoyar mis manos en la ventanilla y hacer el  balance necesario para lograr que mi cuerpo quedara suspendido entre la nada y el espacio que se abría de aquella ventanilla, mire hacia abajo, había una camilla de metal sin cubrir, al lado; otra donde yacía el cuerpo de mi amigo, su rostro pálido semejante a un papel, su dorso desnudo y desde la cintura le cubría una sabanilla de color verde claro.

Luego mi mirada se quedó fija en el hueco que se abría la mitad de su pecho.   

Quería saber que había sucedido con él, mi mente no comprendía debido a que circunstancias alguien podía perder su vida así.

El orificio se notaba profundo, no se si lo atravesaba pero a la distancia que estaba podía ver que había sido un impacto muy fuerte, alrededor del hueco se formaba miles de ramificaciones de venas amoratadas, algunos magullones en sus brazos, unas sabanillas tiradas sobre un recipiente grande las que estaban casi cubiertas de sangre.   Eso fue lo que alcance a ver, hasta que uno de mis amigos me dijo: - ¡viene alguien!…

Me tire abajo como pude me dolió un pies al caer a tierra. Nos escondimos tras los troncos de los árboles del jardín, luego nos dimos cuenta que solo era gente que pasaba por fuera en la calle, fue el turno de Luís después el de Mauri, Andrea no quiso verlo. Salimos de ahí con un nudo en la garganta, todo era cierto, era real que él había fallecido.

 

Nos hundimos en el mutismo camino a casa, las lágrimas cual cascadas fueron a dar hasta las aberturas de nuestras bocas, ¡salubres! Muy saladas.