Me sentí dormido entre el polvo,
Me combiné con él como si fuésemos uno del otro,
Soñé de verdad, era tan cierto
Era tangible
Parecido a la realidad.
Y continué tirado en el polvo,
Veía mis pies, mis manos sobre mi pecho,
Un olor repugnante
Invadió mis fosas nasales,
Un olor a perdedor podrido;
Pero a tal ya estaba acostumbrado.
Todo era sosiego;
Un vendaval a lo lejos
Tenía impacto en mis oídos,
Mi cuerpo pretendía llegar a él,
Mezclarse y darse a la fuga,
Mi cuerpo deseaba levantarse
Tomar un sendero indolente,
Alejado de la inmundicia y la algarabía,
Pero era inane.
¿Lozanía?
Mi ser no se asemejaba a ello.
Quedarme así, inmóvil
Se convirtió en lo más viable.
Horas, minutos, días,
Quizá hasta meses o años
Me mantuve absorto,
Inmerso en mi alrededor,
Tan fuera de mí como tan dentro,
Tan falso, como tan cierto.
Nadie me acompañó,
Ni mis amigos, ni mi familia,
No vi una sola sombra
Mucho menos un rostro,
La oscuridad me había invadido,
Y un frío glacial se había apoderado ya
De mis entrañas
La soledad, como muchas ocasiones,
Se había convertido en mi mas grande trinchera,
Sólo estábamos ella y yo,
El viento, y el mismo olor a podrido,
Un olor que día tras día
Se fue perdiendo,
Me abandonó por completo,
Una noche me dejó,
Pensé que la soledad también lo haría,
Pero luego vino el viento,
Me envolvió,
Me tomó en sus brazos,
Me llevó con él,
Me mezclé en sus cabellos,
Jugueteé en su cuello,
Y después, sin darme cuenta
Me había alejado
Cual polvo frágil y liviano…