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En sus brazos ella me sostenía,
con su apacible silencio me llevaba,
justamente cuando el día dormía
y con sus himnos, yo la disfrutaba.
Ella, en cómplice mía se convertía,
con su sabor a secreto me regocijaba…
el frío de mi piel ya no se sentía,
porque la luz de tus ojos me abrazaba.
No me preguntes dónde y cómo fue,
el mágico momento se hizo presente,
éste sucedió y es lo único que sé;
tu presencia en mí fue sorprendente.
Me sedujo tu mirada… de hechizo,
tu verbo perdido… que me alcanza,
tus labios, que no les pedí permiso
y tu sonrisa… de color esperanza.
Ellas, tambalearon como árboles moribundos
y mi piel vibró tal cual un diapasón afinado,
entre lo íntimo y el devoto silencio fecundo…
te hice mío… mi eterno enamorado.
De cielo apasionado y con sabor a eterno…
no me preguntes el aroma que dejó,
de un impulso atrevido y viajero,
“Mi primer beso” para ti… existió.
Hija del Sol
Junio, 18 - 2013
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