Un viejo sol
Mi vida es una cama en que me siento
después de atardecer a ver las horas,
las rojas, las formales, las que añoras,
porque no volverán y no lo siento.
En otras vivo aún, triste o contento,
holgado y ya sin prisas ni demoras,
demonio de mis dioses sin auroras
y dios de madrugadas sin portento.
Me duermo, me vigilo, doy asiento
a muertos sin edad, a mil señoras
con las que ayer hablé de amor y aliento.
Y a mis almohadas llamo cantimploras,
pues yo soñando en ellas me alimento
y tú de aguas las llenas mientras lloras.
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18 06 13