Ambigüedades
Ya no hay esperanzas,
se marchitó el huerto
y del hogar aquel,
sólo quedan los mismos
cardos que sembraste,
en el dormitorio de la morada.
Aún resuenan en
mis memorias,
las deslealtades,
aquellas que no creía.
Hoy el vuelto a pasar por la casa
y sigan intactos los
abrojos que sembraste
y las espinas que clavaste
en el alma mía.