Angustias, hacia honor a su nombre, no tenía en su mente otra razón que vivir en los recuerdos de un pasado que estaba segura que nunca volvería, pero se empecinaba en relatarlo en alta voz para escucharse a sí misma. Esa era la perfecta manera de vivir por siempre angustiada.
De manera muy poética lo revivía mientras desahogaba en el aire sus tristes sentimientos.
-¡Oh mi amor! Como has podido alejarte de mí de esta cruel manera: un día te fuiste de mi lado sin ni tan siquiera despedirte de esta tu fiel enamorada tras aquella noche fogosa adornada de deliciosas palabras, donde amores eternos me prometías mientras yo ingenua de mí, por tus palabras me quedaba cautivada y ciega de amor tus discursos en mi corazón guardaba.
Nunca más retornaste de ese viaje a no sé dónde, y que de mi vera te alejó, mientras, yo por ti me sentía abandonada en las tinieblas de la desesperanza sin encontrar sosiego para mi mente y alma.
Te busco por doquier, más no te hallo, ahora comprendo que para ti sólo fui un juego que tu lecho avivaba.
Se me tornan los días penosos y las noches infaustas, mientras, mi vida se consume entre nebulosos pensamientos que vuelve mi existencia vacua.
El odio me llego de manera improvista y se instaló en mi alma, entonces el sufrimiento
se me volvió como la amarga hiel que por mi sangre se derrama.
Pese a mi empeño en olvidarte de mi mente no te saco, ni flagelando mi memoria
con historias que de mil y una maldades te acusan.
¡Oh cruel destino el mío! en la soldad de mi alcoba grito con desesperación porque no puedo olvidarte y tu recuero me atormenta.
¿Por qué te fuiste de mi vera sin decirme palabra?- una y otra vez me pregunto-, y buscando consuelo, me engaño con razones muy bien fabricadas, y así trato de consolar mis penas de mujer desesperada.
¿Quizás en un profundo sueño me hallaba y no pude escuchar el susurro de tu tierna despedida?
Así con estos pensamientos poso mi cabeza en esa almohada que un día fue testigo de nuestras caricias y hermosas palabras.
En estos pensamientos Angustias estaba cuando Morfeo le acogió en su seno y un dulce sopor le envolvió, y por su mente discurrieron imagines que denotaban inmensa felicidad mientras danzaban al son de suaves notas musicales salidas de violines que abrazaban. Aquellas esbeltas siluetas revestidas con delicadas prendas de coloridos celestiales se le hacían aun más atrayentes a sus ojos encandilados por tanto resplandor.
Entonces, una tenue voz del abismo le llegó regalándole dulces palabras a las que prestó su atención:
-Silencia tu mente angustiada y escucha tu corazón de enamorada despechada, y encontraras la respuesta que brota de la razón, esa razón que no anega de dolor el alma y te dejará descansar de tanto desazón.
Desdeña los malos pensamientos que te enervan el sentir, y encontraras el sendero que a tu amor te alcanzará. Evoca su nombre y extiende al infinito tu mirada, pues en el encontrarás una luz celestial que del cielo emana, luz que te conducirá al sosiego y te llevará a caminar por los paisajes que tanto te deleitaban acompañada de tu enamorado que desde el cielo te reclama. Amante desolada déjate por él acariciar pues sus manos ceñirá a tu cintura para llevarte hasta su vera para tu espíritu dulcificar.
-Oh, no! Es mucho mi amor, pero este mundo no deseo abandonar a pesar de no gozar de su presencia y las calamidades que en el he de pasar.
Un aire de fresca fragancia recorrió por todo su ser, y con una excitación emocionada
de aquel sueño Angustias despertó. Por un instante se aseguró de que no había sido una quimera, que todo había sido realidad, entonces entró en otros pesares que jamás se perdonó.
-¿No me había abandonado?, ¿La muerte su vida segó? ¡Oh, mi Dios, que cruel he sido dudando de su amor!
Triste realidad la mía, a reconocer que me consuela saber que la parca se lo llevó, y no fue un abandono lo que de mí lo apartó.
Autora: Escapitina
Registrado
Luisa Lestón Celorio.