Darío Ernesto Muñoz Sosa
Poema. Humilde dicha la mía
Extender mis brazos, inspirar el aire que tú, sucumbes
Y en mis yemas, tener, palpar, ajar la magia de tus labios
Tenerte entre mis brazos,
Abrazándote, soñando el mismo sueño,
Espejismo y quimera
Originando, engendrando nuestros retoños
Los dichosos seres
Llamados hijos y estrellas nacientes.
Flamantes en mí, candentes en ti.
Humilde virtud la dicha
Servir y ser esclavo, quedándome al costado del camino
Cual pordiosero
Recibiendo limosna de mi prójimo,
Esperando del viento los suspiros
Aun corre un río,
Ríos de sangre
púrpuras, vida y progenie
Aun siendo pensamiento de nadie y existo,
Rondando las noches
Cual perro que ama la luna
Las polvorientas calles,
Mas de este aullar, vibran los seguros corazones
A la luz de el crisol, en los fríos, distantes y de soledades
Triste certidumbre, del que en la noche solo
Muy solo se quedó sin estrellas
Noctámbulo, guardián desvelado
Llorando nostalgias,
¡¡¡Oh, pobre mendigo del silencio!!!
Sin un beso, sin un adiós, que emocione de amores
Un alma, sin dicha,
Un barco, cargado de tesoros,
Sin puerto donde anclar
Mecido de un extremo al otro
Bravo es, el océano de las soledades,
Poco, y mísero, el destino
Moribunda, montesina y convaleciente vida.
San Luis 19 de junio de 2013
ARGENTINA.