Oscar Perez

Santiago de Chile

Santiago de Chile

 

Las calles apagadas de los pobres,

las mesas luminosas del pudiente,

las horas sin amor, las violaciones

del cuerpo, del derecho, del respeto,

la sangre en aquel río vuelto barro,

los hijos que no caben en palacio,

los rostros que pululan sin justicia,

las naves embargadas en los parques,

los niños sin candor, porque mendigan,

porque con golpes se sostienen en la escuela,

en sus casas, en las calles, en los diarios,

violados por sutiles reporteros,

expuestos en su atávica inocencia,

contando en tal flagelo con aplausos

de cada mercader o desgraciado,

los puentes que han cruzado los más nobles,

los jóvenes, los nuevos ciudadanos,

conscientes de su fuerza y de su rumbo,

contentos de limpiar el rostro al odio,

a aquella suciedad que nos carcome,

a aquella negación a ser felices,

y salen con pancartas y familias

y escriben en los muros y en la prensa,

en astros, en panales, en las torres

que no cejan en su alto crecimiento,

las hojas por caer del buen otoño

que cambia su tesoro por bufandas,

que entierra las semillas más solemnes

del viejo que al morir se vuelve surco,

montaña, nieto, libro abandonado,

deber de amar a todo el que es historia,

y en pleno centro el perro echado y quieto

que mira los museos y la iglesia,

la vieja catedral y el horizonte

que el metro bajo tierra también busca,

allí es Santiago el que camina,

allí celebro yo ser hijo suyo

y en pleno corazón de su miseria

me abrazo al luchador que lo fecunda,

seremos los que empujan hacia el hombre

sus calles ya despiertas en mi grito.

 

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21 06 13