Caricia suave.
Tu índice recorre sin prisas,
vértebra a vértebra mi columna.
Esperando reacciones.
El escalofrío me invade,
adentrándose en la médula
mediante impulsos neuronales
alcanza mi cerebro.
Donde despiertas mi deseo.
Ansío tu boca,
suplico su tibio roce.
Más me niegas su encuentro.
Provocando con ello mi ira,
aumentas la excitación.
Siento la humedad de tus labios,
dulcemente en mis pechos.
Quiero cogerte, arrancar tu piel,
hacerla mía.
Pero sigues tu sendero marcado,
adaptándote a mis vaivenes.
Robando cada suspiro,
emerges de mis placeres.
Por fin te alcanzo y profano.
Te elevo para hacerte mío,
en subidas y bajadas de vértigo
te llevo a la más absoluta
convulsión.
Cuerpos en verticalidad,
en un mundo de delirio.
Vibrantes de pasión,
jinetes de sudores.
Estrujas mi piel.
Acelerando en danza
salvaje de gemidos,
hasta la levitación.
Tus ojos oscilan.
Enmudecen.
Tu rostro es mi poema,
escrito en tinta con mi lengua.
Releo en ti el deseo.
Tinta y papel se hacen uno
Sin rumbo fijo los suspiros
naufragan en un mar
de tormenta.
Hasta quedarse varados
sin aliento,
en un grito del alma.