Miradas dispersas
(comentario jocoso de un viaje en metro)
Sentado en un vagón del metro
bajo la tierra de Barcelona,
descubro con sorpresa y desconcierto
que en un solo trayecto y en el mismo vagón,
tres mujeres que miran a seis lugares a la vez.
Una se sentó en el asiento de enfrente,
su ojo derecho miraba al este
y su izquierdo, creo que a mí,
aunque no pondría la mano en el fuego.
Otra ocupó su lugar dos o tres estaciones más allá
¡casualidades o no! Creo que sí,
Su ojo derecho miraba al oeste.
¡Caramba con mi suerte en este viaje!
Ninguna de las dos miraba de frente.
Poco antes de llegar a mi parada,
La última del trayecto, por cierto,
Veo que una señorita viene a sentarse a mi lado
y no creeréis hacia dónde miraban sus ojos,
uno al norte y el otro al sur.
Parecía toda esta situación, y no es broma,
todo un conjunto de entuertos,
que si bien no era cosa de ciegos o tuertos
¡hay que tener narices para ver tanto ojo suelto!
Esta es la historia de hoy,
un simple viaje en metro,
pero ¡cuánto da de sí, si estás atento!
A lo que la realidad o la casualidad te ofrece,
que es como para escribir un cuento.
Ninguna de las tres miraba centrado
y yo, que frente o junto a ellas estuve sentado,
parecía el único que tenía los ojos en su puesto.
Si un día venís a visitar Barcelona,
no creáis que todos son bizcos, ciegos o tuertos,
Es una ciudad, con sus gentes y lugares, preciosa,
pero toda casualidad es posible en un viaje de metro.
Así que ya sabéis,
venid a visitar Barcelona,
La Sagrada Familia, la Catedral o la Barceloneta.
bañáos en sus playas y gozad del encuentro,
Y si viajáis en metro,
¡Ojo avizor!
que todo es posible si estáis atentos:
encontrar la mujer de tus sueños,
el hombre que cuide tus desvelos,
quien te quite la cartera,
o bien, un para de ojos tuertos.
No le pidas a este último
indicación o que te señale una dirección,
puede que te encuentres, sin saberlo,
caminando hasta el polo opuesto.