Víctor Callirgos

El Gran Disfraz

 

Te has disfrazado de vida,

de árbol y montaña.

Te disfrazaste de tiempo

y de energía, de espacio

y pensamiento.

Hiciste de ti un momento

continuo, camino de parajes

infinitos cuyas alturas

no ceden a las alas

de mi espíritu.

Eres todo, invisible nada,

eres nada visible en todo.

El más clemente y el más fiero,

agua, aire, tierra y fuego;

éter y armonía sutil

en lo más íntimo,

dueño de ciudades y de mundos

de soles y precipicios llenos de bruma.

Eres la plateada espuma y la arena

para las plantas humildes del viajero,

el oleaje de las aguas,

el rumor del viento,

el crepitar del fuego

y el temblor cósmico.

Eres mi latir y mi corazón,

mi sangre y mi cerebro;

el paisaje más bello

y el yermo más indómito,

a donde voy te presiento;

te siento a veces abriendo mis ojos;

entonces me surge el deseo

de adorar tu presencia

en cualquier parte,

en cualquier momento,

 en todo.