Piernas eternas
bajando por la escalera.
Sonrisa en tu rostro
Mirada efímera
de bruja buena.
Te vi un instante.
Te tengo, (por siempre),
entre mis pecados
no-cometidos y deseados.
….
Te miré admirado un segundo.
Te recuerdo eternamente.
Me iluminaste la mente
cuando huía de la soledad.
Punto y final
a este poema
a una desconocida
de nombre
¿tal vez Maria?
LEUGIM PACAND