Ardor y el arrojo de
los huesos crujientes convocan
presurosa la pulpa sensitiva.
El nervio adyacente dispara
la voz ronca los ojos
viene el espanto la violencia de
los cuerpos arqueados en llantos.
Las lágrimas subsisten en
el sudor de la inocencia
paz en los recuerdos.
Brazas encendidas mi sangre
arde mi entidad arden
las entidades en este paraje lineal.
Atrás quedo el muro y
sus corazones mutilados.