Sentí la brisa palpitando
dejando rastro sobre mi piel,
mi voluntad acrecentando,
hacía grande mi amanecer.
Vi que el valor floreció
con mi férrea voluntad;
el alma se engrandeció
con asombrosa velocidad.
Deja abiertas las puertas
al amor sin medida
sin odios y sin reyertas
me siento más complacida.
Plantando mi bandera sin miedo
al conquistar mi valor
sonrío al mundo entero
diciendo adiós al dolor.
Qué bonita es la fuerza
que motoriza mi vida,
gano batallas con proeza
cada uno de mis días
Siento renacer por dentro
mi espíritu batallador
alzando en mi propio epicentro
el poder de un luchador.
Lucho sin un escudo
sin espada ni armazón,
Sólo a mi alma que sacudo
para ponerla en acción.
Miro el inmenso horizonte
olvidándome del tiempo…
Y es allí, justo entonces,
cuando miro a mis adentros.
Bravura erguida y sumergida
dirección hacia mi norte,
fortaleza esculpida
en monumentos de bronce.
Qué locura de batalla
que a mi alma engalana;
mi voluntad no calla
y jamás se desgana.
Beso con orgullo mi mirada
alzada con mi propia fortaleza,
nunca me detendré ante nada
en mí siempre habrá entereza.
El valor y la dureza
aumentan con cada experiencia
adiós miedos y flaquezas
seguiré actuando en consecuencia.
Tu voluntad es una fuerza,
enciende pues tus motores…
Que ya recogerás la cosecha
de esos frutos mejores.
AUTORES:
Clara Cabrera (España) y Alejandro Díaz Valero (Venezuela)