El tedio, la angustia y la melancolía,
jubilosamente retozan y se dan la mano,
en este pecho absurdo de recuerdos inconclusos.
¿Cómo tirar de ellos para aplastarlos
en el turbulento y gris desasosiego del alma?.
Debo buscar a Dios y su sabiduría,
para extirpar ese dolor que quema
cada paso de ausencia.
Tratar de alcanzar
en estas ficticias deformidades,
que surja un espíritu,
lleno del candor de dulces sensaciones,
para que, desesperadamente,
agoten el espacio vacío del corazón.