Hija del Sol

CUANDO DEJAMOS DE SOÑAR… Y VIVIMOS (Relato)


PARTE I

El Gran Día

El día ya se mostraba con su bello canto de esperanza, ya sabía él lo que a ella le esperaba… era sábado por la mañana, el día de la cita muy ansiada, del momento para verse; era la tercera cita, la que más se anunciaba… mucho más que la primera cuando se conocieron, ésa fue la antesala de lo que les esperaba…

La piel sin permiso ya se preparaba, no dejaba de pensar en él, era joven guapo, muy atractivo, sensualmente fascinante… su sonrisa era mágica, de mirada profunda, sus manos gruesas, se veían  fuertes, indicios de un hombre perfectamente apasionado y eso a ella le encantaba, la tenía muy emocionada porque sabía que Julián (así se llamaba) deseaba estar con ella, no sólo tomándose un café o un jugo de esos que saben a placer o compartiendo un delicioso helado, él y ella querían más… pero sólo sus miradas lo confesaban, sus latidos los delataban, sus ausencias… hacían que se extrañaran y sus palabras de encuentros anteriores alfombraban este próximo encuentro.

Ella, de mirada de hechizo (así le decía él) con magia en su ser, con una hermosa piel en la que él con sólo mirarla se deleitaba a más no poder, su rostro, de apariencia sencilla que a él le fascinaba; las palabras que ella le pronunciaba lo tenían embrujado y su cuerpo con los atributos que Dios le había dado, lo hipnotizaban, no había extras en su figura, en fin, la veía con ojos de amor y pasión, la mujer de su vida y la hembra que deseaba.

 

Vestida para él

El reloj hasta contento estaba porque al fin a ella la complacería con la hora esperada. La cita era para la mañana porque decidieron pasar el día juntos, querían entregarse por completo y disfrutar al máximo de su encuentro, pues no sabrían si éste era el último y único en su momento o si sería el inicio de una bella relación de amor.

Ella se bañó pensando en él, se acariciaba de norte a sur con espuma de baño, escuchaba en sus adentros cantos de placer… el agua de la regadera hasta envidia sentía, porque a ella le tocaba quitar la espuma con la que Laura disfrutaba, pero tal envidia desaparecía cuando una vez perdida la espuma, libremente besaba toda su piel, gota a gota que derramaba, era una caricia que ella disfrutaba.

Laura se vistió para realzar solamente la belleza que a él tanto le gustaba, maquilló sus sensuales labios de color rojo carmesí y salió de su casa con la sonrisa nerviosa que se le dibujaba, mil y un pensamientos la abordaban y las emociones con ella también estaban. Quedaron en verse en un café cercano a ambos, para luego emprender el maravilloso viaje que sería de placer…

 

 El Encuentro

 Ella y él siempre puntuales, llegaron casi al mismo momento, él en su carro verde olivo y ella ahí ya  estaba. Un saludo efusivo con entrega inmediata en un abrazo exclusivo, de esos que se dan quienes tanto se desean… de mirada cómplice y bien entendida, un beso en la mejilla deseando ambos que fuese en sus labios; así se saludaron.

Se tomaron una bebida, conversaron un rato y de ahí salieron. Iban juntos a ese lugar que los dos tanto ansiaban, un hermoso paseo de montaña en donde disfrutarían de hermosos parajes, de ricos platos y dulces típicos del lugar, de un estupendo clima de montaña y de la armonía natural que tanto les atraía, sería un paseo maravilloso… pudieron hasta compartir de un rojo atardecer y de la llegada de la luna de plata, en una noche de estrellas sonrientes…

 

PARTE II

Besos y una proposición

 Ya casi terminando el paseo y en el viaje de regreso, ambos con ganas de no dejarse nunca, Julián en un lugar donde se perfilaban las lumínicas de las casas, allá a lo lejos se detuvo, apagó el carro y le dijo mirándola a los ojos y desde la nobleza de su alma: “te amo, ya no puedo callar más” ...un musical silencio se percibió, dos corazones que latían a más no poder, ella con mirada de hechizo y que la delataba, nada pudo hacer… el beso llegaba, ése que sus labios desearon desde que se conocieron y en una entrega tierna y sublime, con maripositas cómplices y emocionadas en sus alrededores, se besaron… no fue uno, fueron dos, tres… muchos besos se dieron sin cruzar palabras… descargaban ansias añejas… ése lenguaje era el que les faltaba, era la antesala de lo que les esperaba, la noche eterna que vivirían.

Ya era mucho lo que en su día compartían… sus pieles reclamaban cobijo, él le propuso un lugar más íntimo para que pudieran conversar aún con más tranquilidad… ella asustada y deseosa accedió.

Llegaron a una cabaña, ésas de las que uno nunca se olvida… todo olía a deseo… el silencio cómplice de las paredes motivaba… la cama blanca adornada con pétalos de rosas del color de los labios de ella, invitaba más a esos besos ardientes… la mirada llameante de ambos, era la luz suficiente para el momento. El calor que ya se sentía en esa habitación, iba en aumento a medida que la distancia de ambos se estrechaba y ese permiso a lo prohibido ya se esfumaba; ya todo estaba dicho, la noche de seducción empezaba.

 

El Gran Momento

Eran besos que ambos se concedían… labios que se mordían y hervían… bocas exploradas… caricias perfumadas, cuellos y orejas susurradas y comidos a bocados… manos atrevidas, pícaras y divertidas empezaban a inquietarse… cuerpo a cuerpo ya juntos, apretados entre abrazos disfrutados… poco a poco se fueron despojando de todo lo que les impedía llegar hasta donde querían. Julián dejó de último ese adorno que tan bello a Laura le quedaba, su brassier de color negro y en un juego sensual y permitido ya por ellos, se lo quitó y sus ojos se impactaron de la luz que recibió, eran dos soles hermosos los que estaban encendidos… era él quien los tenía así y casi que no sabía cómo empezar a disfrutarlos de lo maravillado que se encontraba; los besó suavemente y poco a poco fue aumentando su velocidad del deseo… ya hasta parecía hambriento de ellos.

Entre besos… caricias… poco a poco en una divina ceremonia que aumentaba el deseo, ambos fueron divisando su sexo… era algo que los dos esperaban con locura. A Laura le temblaron las piernas cuando él llegó a su nido, estaba húmedo y atizado, ya casi lista para su ave anidar.

La magia de la hembra que se descubría en Laura de a poco hacía que se hinchara cada vena del falo de Julián, que ya sólo buscaba su lugar para aplacarse.

Ya despojados de sus prendas, escapados de realidades habidas… de tabúes, del tiempo, de todo… y ambos caídos en la lascivia, llegó el momento… los fluidos en abundancia marcaban el camino, las entrañas de Laura eran deseosamente invadidas, mientras las manos de ella marcaban el ritmo agarradas de la cintura de Julián. Estaban a punto de tocar el cielo, el ansiado momento lo estaban viviendo… los gemidos de placer se convirtieron en una sinfonía compuesta por dos intérpretes en un instante.

Entre sábanas blancas testigos de lo acontecido se poseyeron… una noche, clausurando una fiesta de vida desde que amanecía y aperturando la nueva que juntos caminarían.

No era un sueño, de ésos que dormidos se viven, no eran ideas aisladas, no era sólo esencia de almas entregadas, eran dos seres que se entregaban en cuerpo y alma en su tercera cita que la vida les regalaba, una nueva realidad que ambos diseñaban.

           

Hija del Sol

Junio, 23 - 2013