VIII EL EGO Y EL YO
--Me dejo de hablar, vi que se iba,
lo note sereno, despejado
su rostro ya calmado...
había sacado toda su ira:
¿ Cómo te sientes?
-Yo, bien.
--Me has dejado picado.
-¿y eso por que?
--Todas tus penas en mi mano dejaste.
-Gracias y que.
--Que si el Kempis te dio solución y la
borrachera paso, dime -por favor- que
hago yo para terminar mi composición.
-Bien te diré.
--Dilo, principia de una vez...
-Permíteme amigo que me siente y
que con un sorbo de agua respire,
en la vida no todo es como se quiere
pero se puede pensar si estas consciente.
--Ven y siéntate confidente amigo,
déjame hacer unos versos nuevamente
llenar mi pluma de nueva inspiración,
quiero oír el palpitar de tu corazón.
Rafael Mérida Cruz-Lascano