Las musas se apoderan de mis venas,
algunas cantan y otras lloran penas.
Me dejo seducir por la memoria
de quien escribe a ninfas y a sirenas.
Me llaman pluma y llena voy de euforia.
Mas, sola mi princesa nada vales,
mi sangre deja pruebas inmortales
que escribe tus ideas con esmero
y deja que las haga yo visuales.
Me llaman tinta y vivo en el tintero.
Escúchame y recuerda mi advertencia:
si quieres una buena convivencia,
refleja en el papel mis sensaciones.
Será la muerte la única sentencia
si cambias a tu antojo las acciones.
Yo sólo dejo escrito lo que ordenas,
si ves que las palabras no son buenas
las borras sin pensártelo un momento,
o táchalas con sangre y las condenas
y mueran por faltarles sentimiento.