No tengo con que pagarle a Caronte
no me encuentro, estoy atado a una selva de cables
reto al destino, contradigo la suerte
niego a la muerte misma, no pienso pagar por ella.
Cierro los ojos,
veo el mar
veo un nido, está formado con palos y piedras
estrangulo al conocimiento, y me dejo llevar por las emociones.
Pego un salto gigante
tomo el destino en mis manos
caigo a un barranco, sobrevivo
y de nuevo estoy en mi almohada.