juan maria

MILONGA DEL CUCHILLERO

La daga se hacia luz

en la mano de Celestino Cepeda

y los cruces

salpicaban destellos

en los choques del acero.

 

A la hora de brujas y de duendes

en las venas oscuras de la noche

navega la puñalada

con tentaculos de crudo miedo.

 

¡Ay luna que mira la entraña abierta!

¡Ay noche de dura sangre!

!Ay muerte que canta pena!

 

Añejado entre aprontes y partidas

de compadritos y malevos

cuando la ocasión llegaba

para Celestino Cepeda

salia como rayo de su cintura

la daga de Toledo

con alma arrabalera.

 

A la hora de brujas y de duendes

¡qué rápido era el puntazo!

del cuchillo de Cepeda.

Lucía seda al cuello y saco cortito

negra y como a la cachetada

le brillaba lacia la melena

y taconeaba botines de punta

taquito y charol.

 

Para el caso lo mismo era

cualquier caudillo que fuera

la lealtad al que servia

era su bandera.

 

Estaban entre el malevaje

sus amigos

y lo respetaban por su fidelidad

los que a ese tiempo seguia

y por su guapeza los del otro lado

cuando enfrente lo tenian.

 

Despreciaba la muerte

y desdeñaba las cortadas umbrosas

que tantas veces lo acecharon.

 

Con frialdad y con alivio

esperaba el puntazo o la bala

para que el infierno

se lo lleve.

 

En oscuridad sin nubes

alguna noche vio la luna

con sangre de otro

goteando en la penumbra

ja daga de Cepeda.

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juan maria