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Llegó el silencio, las voces lejanas,
ese olor a hierba fresca, todo es frío,
el naufragio de selvas cristalinas,
gemidos solitarios, alas negras,
aves melancólicas, sin ventanas,
las suaves aguas del infierno eterno
amargan la paz de la primavera,
florecen en mi mente los recuerdos,
como el llanto de las noches oscuras,
como estrellas tristes que se van lejos,
con el lucero gris de la mañana,
la neblina, el mutismo, la quietud,
aquel volante terso, el ruido seco,
el misterio cómplice de los árboles,
el horizonte floral del camino,
cielo apagado, tan eterno y blanco,
la soledad azul de los gusanos,
primera noche de los ojos ciegos,
de las sombras desvanecidas, el sol,
la esperanza perdida en el pantano,
entre la furia de los dioses muertos.
**
La gente grita, siluetas de moscas,
cantan, bailan, le lloran a la noche.
Añoro nuestros secretos sagrados,
la última vez que la flor de tus labios
tan profundos pronunciaron mi nombre ,
yo te sueño vida mía, te extraño.
¡Oh Dios, cómo duele la soledad!,
¡cómo duele no verte, te recuerdo!,
cantos de raras aves en mi mente,
el sonidos de las viejas campanas,
yo te amaré, nací para quererte,
el amor será mi castigo eterno.
Escucho la algarabía funesta,
yo soy otra plegaria entre las sombras,
milagro, agonía, dolor y muerte.
***
Marchitos harapos, humo y tinieblas,
ahora sus voces vienen de lejos:
“Padre nuestro, Ánima de los Caminos,
espíritu celestial, te rogamos”.
Los sombríos murmullos en el aire,
los sonidos incoloros se ocultan,
en cada destello gris de esas velas,
se iluminan mentiras que aparecen,
de ojos hundidos y sin esperanzas,
los que se entrometen en mis neblinas.
A mi lado, alas de la maldad,
que duermen sobre barcas moribundas,
se alimentan de las luces aciagas,
del fulgor de la Nada que se oculta,
más allá de la suerte descarnada,
de los muertos que lloran en sus tumbas.
****
Efímeras imágenes de luz,
las nubes frías de la tarde gris,
todo navega en mi mente perdida,
no tengo cuerpo, ni paz, ni canciones,
soy sólo ilusión, materia podrida,
ya no hay sombras blancas, espirituales,
ni dioses alados de ojos azules,
sólo quedan restos de sangre cruda,
que invaden cada centímetro negro
y húmedo de este barro sin calor.
El miedo vuelve terrible, mortal,
sobre la imagen de la carretera,
de las últimas miradas de un muerto,
aquel asfalto frío, doloroso,
lo último que vi, piedras y más piedras,
al final, quedó este lodo, estos huesos,
la morada final de muchos sueños,
aquí, el tiempo frágil es para siempre,
toda esta tierra pesada que me hunde
lentamente en demencia circular,
donde yacen caminos sin regreso.
*****
Era una fría tarde, viernes, sombras,
yo recuerdo la brisa negra, cruel,
la humedad de las caricias, el sueño,
horas tristes, sol caído, sin luz,
melodías, las flores celestiales,
mi esperanza flotando libremente.
Una luz en mi cara, muere el tiempo,
el resplandor, la vulgar carcajada,
trueno desgarrador en mis entrañas,
todo era muy verde, azul, blanco, verde,
ese dolor tierno en todas mis venas,
la niebla daba vueltas alocadas,
el silencio invadía mis sentidos,
la luna se ocultaba para siempre,
el verde, la noche, la oscuridad,
llegó la Nada, simple, soledad,
era como volar, cerrar los ojos,
dormir siempre, sin temor, sin mañanas.
Tu amor, dónde está, no pude partir,
soy la sombra en la neblina nocturna,
Dónde estás, amor mío, dónde estás,
mi lamento solitario te llama,
dónde estás amor mío, dónde estás.
***
***
Terror, el final había llegado,
así, sin avisar, como cascadas,
con ese aroma turbio de hojas secas,
en un instante frágil, tan nublado,
sin dolor, ni caricias, sin tu voz,
se fugaron tus besos, tu fragancia,
por eso, estiro mis manos, te busco,
vuelo de flor en flor, y no te encuentro,
siento tristezas, soledad, dolor,
quiero gritar, despertar en tus brazos,
dónde estás, vida mía, dime dónde.
***
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Me acostumbré a ver las profundidades,
las aves negras desgarraban todo,
no quedaba ser, sólo la ansiedad,
en el suelo florecen los despojos,
y las garras se llevan del Edén
lo que alguna vez fue la esencia humana.
Así, crecía algo que no era cuerpo,
nació como el rocío de la mente,
ya no sentía nada, no escuchaba,
no hablaba, silencio, pensaba en ti.
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****
Esta existencia no es una aventura,
existo sin saber nada del sol,
ya no hay escritos sagrados, ni leyes,
no hay sociedad, matrimonio, ni flores,
yo soy el recuerdo de algún anciano,
mi sombra ya se encuentra en esas voces
que me invaden con ese olor vacío,
como las horas que se lleva el viento.
¡Dios, qué soledad hay entre los muertos!
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Delirantes almas, gritos errantes,
luces azules de algunas lágrimas,
eran ellos, lo sé, ¿tu voz?, ¿tu cara?,
rosas blancas de viejas esperanzas,
estoy atado con cadenas largas,
Te amo, mujer, te extraño, te recuerdo,
me siento triste, sé de tu tristeza,
¡Dios, estaban todos!, Ella lloraba.
Ellos, Sí, eran ellos, todos rezaban,
mi madre, mis hermanos, añoranzas,
tú, esposa amada, vestida de negro,
y se fueron, dejaron un pañuelo,
traté de agarrarlo, no tengo cuerpo,
la lluvia que me agobia, tu perfume,
Amada, es tu dolor dejado en mi alma.
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*****
Qué nos queda del camino vital,
soy payaso, fantoche vagabundo,
un clamor desgarrado, un duende verde,
al que le prenden velas religiosas.
El alma navega, busca el final,
no puede contra el destino, el azar,
bebe el agua insípida de los dioses,
y se duerme en el mar de la locura.
La sinfonía de un ángel inútil,
la melodía de ánimas perdidas,
el baile de la ignorancia fugaz,
los mortales que piden por sus vidas
a esos dioses tan muertos como ellos,
nadie de la muerte podrá escapar.
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Surgen peces en el aire, colores,
caricias ya olvidadas, toco fondo,
angustias que no mueren, yo la quiero,
risas alocadas, aquellas tardes,
esos ritos punzantes que te llaman,
siempre brotan tormentas sin clarines,
son ánimas, luceros que se apagan,
las voces me atormentan, yo te quiero,
sin promesas, ni milagros, tu amor,
que se vayan muy lejos con sus rezos,
yo quiero estar a solas con mis sueños.
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Las flores, las fragancias del pasado,
ya no escucho el reloj, toco la arena,
sólo lloran esas voces lejanas,
esa neblina oscura en la montaña.
Las voces hicieron una capilla,
en la puerta gris colgaron la imagen
de un rostro con sombrero, no soy yo,
pero, repiten, repiten mi nombre.
Cuando la luna es clara puedo ver
las siluetas de toda la ignorancia,
“Ánima del Camino”, así me llaman,
soy la estupidez, un ritual oscuro,
“Padre nuestro, ven ánima bendita”.
Soy el naufragio de muchas estrellas,
soy todos los susurros olorosos,
el olor a tabaco, luz, licor,
y todos piden cosas a mi espíritu.
Suponen que esa hediondez, y sus rezos,
me tendría que agradar, ¡Santo Dios!,
sólo quiero verla, no pido más.
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Las sombras, fantasmas de las cavernas,
lloran, y se arrastran hacia el espejo.
yo soy la soledad, vulgar recuerdo,
anhelo débil de la enfermedad,
el milagro que no llega, la Nada.
Ellos son el temor, ansias de vida,
buscan secretos que no encontrarán,
y lo saben, ya no hay nada para ellos,
ahí están, encienden las luces mágicas,
son la razón absurda, luz de un día,
fuman cenizas, desesperación,
me llaman y se aterran de mi sombra,
parecen viejos, lloran como niños.
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Soy una mano sin carne, muy pálida,
tan aferrada al barro montañoso,
tres metros bajo la luz de la luna,
lo que se salvó de las aves negras,
tal vez, algún día encuentren gusanos,
y todos me lleven al lugar santo.
Ese día nadie llorará, nadie,
me estarán esperando, yo lo sé,
los que vinieron aquel primer día,
entonces, el humo de esos tabacos,
dejará un rastro gris entre las flores,
la tarde, la carretera, la niebla,
podré cerrar los ojos para siempre,
vivir, soñar, y pronunciar tu nombre.
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Yo siento el caer de la última gota,
la capilla es cada vez más oscura,
todo muere como las luz del día,
yo, esperando que se lleven mis huesos,
pensando siempre en ella, yo la quiero,
y ellos, fumando y rezando a la luna,
los lobos, las estrellas, qué sé yo,
algunos besan mis fotos, los veos,
dejan flores, leen poemas dulces.
La noche, nadie baja algunos metros
para buscar en la tierra mojada,
unos amarillentos dedos tiesos,
la mano descolorida de un muerto,
unos huesos, un pañuelo, tus besos,
una voz que te llama cada noche,
soledad, soledad, nadie responde,
siempre solo, bajo tierra, sin luz.
“Dónde estás, Amor mío, dime dónde!