Llego a casa,
me siento peor
que antes de entrar.
Vivimos en una eterna pobreza.
Mi falta de personalidad,
me lleva a vivir así,
en una total y absoluta miseria.
Pero se que tú me odias en
este último tiempo...
comprende mi comportamiento.
Estoy falto de recursos monetarios,
sólo puedo hacer changas,
y para colmo, mal pagadas,
unos míseros pesos...
¿Por qué siempre tratas de ofenderme?
Vives recriminándome...
es que... tú no me entiendes...
estás siempre disgustada
por mi forma de comportarme...
¿qué es lo que quieres,
que desaparezca de casa,
o que desaparezca de la tierra?
Tú harta estás de mí,
siempre me lo recalcas...
siempre debo tener presente
tus quejas y tus insultos...
¿y entonces?
¿cómo crees vivo yo?
Me siento como tú siempre
me lo dices, un parásito humano...
gracias por alentarme así,
comprende mi comportamiento...
Estoy desorientado,
amargado, me siento
una mierda humana...
y tú me alientas con tus lastimosas palabras.
Harta estás, sí, tienes razón,
no valgo nada para ti ya...
toda nuestra vida ha cambiado,
y yo soy el culpable
de nuestras desgracias de vida.
Hace años que he sido despedido
de mi último empleo.
Me tendieron una trampa y
tener motivo para despedirme,
y darle mi cargo a otro.
Hallé ese dinero en el suelo,
no pensé que ellos lo habían
dejado de cebo.
No descarté que fuera de un cliente,
pero igual me quedé con él.
Después me mintieron diciendo
que un supuesto cliente había
preguntado si aquí se había hallado
ese dinero...
¡Mentiras, fueron acusaciones falsas
que me llevaron ha ser un ladrón...
sin serlo en realidad,
no robé, lo encontré y nada comenté,
ese fue mi error...!
Si lo hubiese comentado,
no hubiesen tenido ese infame
pretexto para despedirme...
¡Para poder reemplazarme
por otro empleado!...
se portaron como cerdos...
lo son... comprende mi comportamiento...
después, no pude hallar otro empleo,
se corrió el chimento de mi actitud,
y ya nadie quiso darme empleo...
Quiero olvidar esta pena,
quiero arrancármela del alma,
sólo lo logro, tomando un par de copas,
tomando unos tragos de este repulsivo alcohol...
el más barato...
el cual me recriminas lo tomo, en vez
de guardarlo para comprar otra
cosa, aunque sea un poco de pan...
te doy la razón, no puedo evitarlo...
te veo allí sentada en tu sillón de ruedas,
cosiendo y cosiendo todas las horas
del día... para colaborar...
lo que yo no puedo comprar...
y me siento un inútil, un inservible...
comprende mi comportamiento...
no puedo desaparecer de aquí,
aunque te haga enojar,
no puedo abandonarte,
porque aún sigo queriéndote...
No llores, hallaré una solución,
no se cuál, pero alguna debe existir,
sólo tengo que encontrarla...
quisiera acompañarte en tu llanto,
pero no puedo...
ya no me quedan más lágrimas para derramar...
Todos los derechos reservados del autor( Hugo Emilio Ocanto - 25/06/2013)