Hoy nos sentamos juntas
mi hija y yo.
Su pequeño cuerpo cerca mio
emana un dulce aroma de inocencia
sus rizos acarician mi piel y sus ojos
del color de las violetas se posan en los
mios con la confianza que solo poseen
los ángeles como ella.
Apoyo toda las cuencas de colores
sobre la mesa y junto con un fuerte hilo
de nylon enhebramos lo que sera un
collar que adornara su cuello y podrá
llevar para mostrar a sus amigas lo que
hizo con su mama
Su boquita sonríe feliz, pone en su mochila
cosas ricas para merendar y dirige sus
pasos hacia la puerta de calle,
me tiende su mano y se dirige a la guardería
para jugar como todos los dias
Y el milagro se renueva, yo guió nuevamente
sus pasos acompañandola con un lazo invisible
que une nuestras vidas para siempre.
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