He escrito las mil razones
que porque no quiero que te vayas,
que porque no quiero que me dejes.
Como se me escapa el aire por la ventana.
He llorado un mar entero en desconsuelo
con unos ángeles que me escuchan
y acarician como brisa sutilmente mi espalda.
También los escuché llorar a ellos
porque entendieron que no quiero que te vayas.