Kara

Las ventanas al alma.


El nevado manto que recubre su anillo,
de un blanco que desafía el destello celestial
y la espumosa furia del abismo,
brilla al compás de su esencia.
 
El café de su arco me quita el sueño
y parpadea al fruncir el ceño
y las estelas de luz que rodean el centro azabache
me dan la necesidad de versarle.
 
Sus largos arcos que defienden 
al Lucero en la guerra de las guerras,
muévense al ritmo de su curiosidad.
 
Más que ventanas, son ventanales,
enormes, hermosos,
con la esencia de su alma flotando en ellos.