No importa si todo está así;
finalmente alguien me querrá;
el viento se arremolina
y se yergue poderoso
sobre el desierto
que a veces tenue besa el polvo
sediento por la lujuria del sol.
Yo estoy aquí, observando
indolente; a veces, midiendo distancias,
hallando hitos dentro de mí;
admirando como ha crecido
la mala hierba en el horizonte;
humano horizonte, nido de sierpes
voraces que se devoran ofuscadas;
vanidades capitales de su ilusión.
Finalmente alguien me querrá;
yo estaré ausente buscándole,
precisamente,
tratando en las riberas de los arroyos
hallar la fuente de la verdad.
Estaré, tal vez, transido, amante,
o quién sabe si erradamente
extendida la mano reciba
de aquellas el veneno mortal.