Como el aroma del lirio
a su paso inunda los sentidos.
Como esas tardes los domingos,
que hacen felices a los niños.
Levanta la mirada,
del más desvalido.
De todo eso nutre
a los secos de espíritu.
Deja regado el sendero,
de su fragancia exquisita
y mareados a un costado
a esos hombres que ha cruzado.
Una mujer, un faro en la niebla,
te muestra el camino,
¡Que dicha y alivio
toparte con ella!