Dios te da tristuras; clavelito en botón,
Te da penurias y martirios, y eso que a cualquiera no se los da,
Le entrega desventura a los fuertes, a los de sien acorazada,
Para que sepan entender, que la vida es río caudaloso, sensible y sensato...
Han pasado quince abriles, ¿cómo puedes decir que todo está perdido?
La vida no se pierde; begonia, ¡Los problemas y aflicciones no la desvanecen!
Sin embargo, te hacen más fuerte y con alma de contienda...
Porque así quiere a sus hijos,
Luchadores y amadores, en los momentos críticos,
Frágiles y sensibles, en los de añoranza,
Fieles y amparadores cuando otros necesiten,
Dichosos y autónomos, mientras la vida transite...
Recuerda, que solo él te da, y solo él te quita,
Y sabe bien por qué lo hace, y nunca olvides; retama,
Que también te dio a mí, no para que pase por tu camino, y siga de frente,
Sino para que tu vida, sea mi estadía, y cuando te rijan las penurias, ponga mi presencia en ti
Él sabrá hasta que punto hacerte fuerte,
Y bien sabes tú, que puedes soltar todas las cosas muertas de tu alma,
Sacarlas como saca sus hojas torvas la primera,
Y limpiarse dejando pura alindada, pura vida majestuosa...
Lee esto cuando estés mal, y piensa que es un día para crecer más,
Un día para llorar, y sacar la niebla oscura de los ojos,
Para secarse las penas, y agradecer que aun, habiendo pasado quince abriles,
Te sigue dando odiseas, pero esa de las bellas, que amoldan el corazón...
Esas que te enseñan a ser luchadora y amadora, en tus momentos críticos,
Frágil y sensible, cuando añores,
Fiel y amparadora cuando otros te necesiten,
Y sobre todo, dichosa y autónoma, cuando la vida te transite...
¿Ya despojaste el mal rocío de tu cara?
Ahora piensa en esto, begonia alindada;
Yo pensaba en ti cuando compuse estos versos,
Yo creaba estas estrofas bienaventuradas, para arribar con el siguiente final:
“Te pienso,
Te ayudo,
Te entiendo,
Te sueño,
Te apoyo,
Te amo,
Y no sé si otras tengan la misma dicha que tú,
Porque cuando Dios termine de hacerte brotar,
Yo estaré esperándote detrás de la lluvia,
Detrás de los sueños, y tan rápido como se hayan ido las penurias,
Te contemplaré como hace muchos agostos atrás, y soltaré:
¿Preparada para la recompensa?”
De Cisneros, para Begonia...