Ah…! tienes la sonrisa del agua
y tus manos suben como raíces blancas.
Todo en ti es melancólica primavera
y un arroyo secreto te cruza las entrañas.
Tienes lo que más deseo,
un puente de fuego sobre mi sombra.
Ah, amor, sin ti mi canción es letra amarga
y mis versos, estancado arroyo.
Movilizas los engranajes ocultos de la vida,
pareciera que tu corazón te instruye para amar
con todos los elementos del sueño.
La existencia en ti arma su ovillo y la luna,
de madrugada, desteje tu piel…
¿Qué sendero recorriste hasta acabar en mi alma?
Presentías que te amaba desde mi bosque
de la noche, tu luz de océanos y arena
fue invadiendo poco a poco
mi solitaria penumbra.
Tienes todo, consuelo de la eternidad.
Contigo besé el tiempo de las hojas verdes,
subió por mi tu blanca caricia desnuda
como fuego de hoguera nocturna,
como inquieta savia de la madera.
Ah, en ti mi alma reposa cuando llego del trajín
inevitable, mi respiración se vuelve susurro
y mis piernas son gacelas de la hierba.
En ti la serenidad es un templo libre,
tu pecho es guitarra que a diario
entona la melodía del mundo.
Tu voz es, a mis oídos, la tensa espiga
del valle solitario.