¿En dónde andas…?
¿Dime que huellas tus pasos calzan?
¿En qué esfera mis ojos
no podrían verte?
Dónde puedo anidar para no recordarte,
si hasta en mis sueños estas abrazándome.
Duele… duele el rememorarte.
A qué estancia puedo acudir
para esconder tu recuerdo
y descansar de esta tristeza que me cuelga,
que se desliza por mis brazos,
caminando por mi sangre
y castigando mi carne.
Matar quisiera este dolor
que ahorca mi garganta
que solo me permite
balbucear algunas palabras
y que aflora por mis ojos
derramando sentidas lágrimas.
Duele… duele el rememorarte.
Amado mío… ausente,
en qué espacio
no está la ternura de tu mirada,
la caricia de tu palma,
el beso de tu boca
y el latir de tu alma.
Amado mío… dime,
en que escondite no está tu voz
tu llamado,
la pasión de tu cuerpo
y tu aliento perfumado.
Duele… duele el rememorarte.
En todo dejaste tu estampa,
en todo lo que toco o palpo,
en todo lo que mis ojos captan,
en cada sonido que mis oídos perciben…
Estás…estás
y de cada cosa no te apartas!
Si pudiera saber… ¡En dónde no estás!
para de ti zafarme.
Si hasta te deslizas cuando duermo,
entre mis sábanas blancas…
Y mi almohada está bordada
con tus dulces susurros santos.
Hazme saber, dame una señal de que esta noche
no te encontraré en mis sueños
y que podré dormir hasta el alba,
viviendo el amanecer sin ti
o muriendo cuando caiga la tarde…
Aunque morir no puedo…
Porque es tanto lo que te quiero
que no me falta el aire
para respirarte.
Amado mío… ¡Dime!
¿En qué lugar no te recuerdo?
¿Dónde, dónde no puedo encontrarte?
¿Dónde no te escondes para no buscarte?
Duele… duele el rememorarte,
pero tratar de olvidarte...
Es demasiado tarde.
Liel